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¿Y si no lo conseguimos?

Entrar un tratamiento de reproducción asistida presupone que una pareja ha intentado durante algún tiempo tener un hijo sin éxito y que está buscando ayuda para lograrlo.


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Publicado el 05 de julio del 2017

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¿Y si no lo conseguimos?

Entrar un tratamiento de reproducción asistida presupone que una pareja ha intentado durante algún tiempo tener un hijo sin éxito y que está buscando ayuda para lograrlo. Los tratamientos pasan de ser poco invasivos hasta ser marcadamente invasivos, generadores de expectativas y un gran desgaste psicológico en la pareja. La incertidumbre hacia el futuro es una constante en todo el proceso aunado a la ansiedad y a la tristeza. Los conflictos en la relación de pareja, los cambios en la vida cotidiana y la dificultad para asumir las posibilidades de no éxito permanente en los procesos resulta agobiante.

Algunas estadísticas señalan que entre cuatro y seis de cada diez parejas abandonan los tratamientos de reproducción asistida antes de conseguir un embarazo. Otras especifican que entre el 15 al 45% lo abandonan antes de tiempo. El estrés resultante de la sucesión de intentos fallidos es una de las causas posibles. El mal pronóstico, los elevados costos y los cambios de humor son causas adicionales.

Las mujeres y los hombres manejan la situación de reproducción asistida de forma diferente. Las mujeres se deprimen con frecuencia, los sentimientos de frustración, impotencia y tristeza son expresadas como constantes. La tensión por el diagnóstico y el tratamiento son elevados. Las relaciones sociales que implican niños pequeños o embarazadas representan momentos de sufrimiento por lo que se evitan.

Los hombres, viven la infertilidad como una falta de masculinidad y de potencia sexual. A esto se le une la presión de tener que cumplir con los ciclos de fertilidad, que pueden estar disociados de su deseo sexual por lo que mantienen relaciones poco satisfactorias. El sexo se convierte en una obligación y no en una expresión de amor o de placer.

La mayoría de los hombres consideran que tener un problema para embarazar a su pareja es humillante y devastador, por lo que se resisten a conversar del tema aun dentro de su círculo íntimo. La baja autoestima y la pérdida de la confianza se asocian a esta situación. El hombre tiende a aislarse y a evitar cualquier acercamiento al tema, concentrándose en el trabajo o en alguna otra actividad que lo absorba. La depresión se oculta, ya que la tristeza o el llanto es socialmente signo de debilidad.

La respuesta de un miembro de la pareja influencia la respuesta emocional del otro. El desborde emocional de la mujer puede incentivar una reacción evitativa del hombre, lo que estimula la intensidad de la emocionalidad de la mujer al no encontrar sintonía afectiva en su pareja. La escalda emocional implica que entre más intensa es la expresión de la mujer más profundo es el retraimiento del hombre y su conducta evitativa

Las parejas terminan psicológicamente aturdidas tras varios ciclos de tratamiento y muchas veces carecen de respuesta de afrontamientos para continuar con un nuevo ciclo, a pesar de que en general las probabilidades estadísticas aumentan con cada fase. Las mujeres deciden culminar los ciclos antes de que el especialista lo recomiende debido a que los niveles de frustración y estrés son muy elevados. La infertilidad supone una carga en la calidad de vida que afecta el estado emocional, físico, laboral e intelectual difícil de sobrellevar sin los recursos psico-emocionales necesarios.

Existen diferentes programas de apoyo psicológico que pueden servir para dar equilibrio emocional a las parejas y estabilizarlos, para que permanezcan la mayor cantidad de tiempo dentro del programa de reproducción asistida. Este objetivo se consigue enseñando técnicas de autocontrol de la respiración, relajación y terapias cognitivo-conductuales.

El papel de la información es muy importante, ya que le permite a la pareja saber lo que está sucediendo desde el punto de vista médico y comprender los procesos por lo que van a pasar y prepararse para ello. Les ayuda a ser realistas y tomar decisiones a medida que atraviesan por los tratamientos, brindándoles poder y autonomía.

El diagnostico de infertilidad produce conflictos sentimentales en la pareja, que sumado a la ansiedad, estrés y culpa influyen negativamente en la comunicación y la sexualidad, trayendo como consecuencia el abandono del tratamiento como opción a restablecer el equilibrio de la pareja. El apoyo social consigue suavizar algunas consecuencias que el estrés del tratamiento puede generar, facilitando el contacto social y la disminución del aislamiento.

Aunque para las mujeres el apoyo social es muy importante, para los hombres este suele ser considerado superfluo, quizá por la creencia de que requerir apoyo de terceros disminuye su control y dominio sobre las situaciones que le rodean. Sin embargo, la realidad es que ambos miembros de la pareja sufren las consecuencias de los tratamientos y requieren de sostén para sobrellevarlos. El apoyo psicológico resulta ser de gran ayuda para permanecer dentro de los tratamientos. La contención emocional a través de la psicoterapia, disminuye la ansiedad y la depresión de los paciente infértiles y mejora las tasas de embarazo.

Psc. Zoraida Mendoza

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