Tomar la decisión de ser padres, se transforma en un profundo análisis, que lleva a los padres a un proceso psico-emocional y a recorrer insólitos laberintos en la mente.
Tomar la decisión de ser padres, se transforma en un profundo análisis, que lleva a los padres a un proceso psico-emocional y a recorrer insólitos laberintos en la mente. Hay que recapacitar sobre lo que se va a lograr, obtener, conseguir y ser, cuando se convierta en madre o padre. Todo eso nos da valiosas pistas sobre ciertos aspectos de nuestra vida que podrían estar incompletos o desatendidos. Es importante reflexionar sobre estos aspectos para aliviar y prevenir desilusiones que se asocian a la maternidad y la paternidad.
Usualmente, las parejas se pueden preguntar por su proyecto de vida, su crecimiento profesional. Se preguntan si convertirse en padres les obligará a posponer ciertas actividades y proyectos. Este debate desgasta psicoemocionalmente a muchas personas. Eso conlleva el establecer prioridades y toma de decisiones, posponiendo la concepción de los hijos a una edad en la que lamentablemente el reloj biológico puede conspirar en contra de la maternidad y la paternidad.
El ambiente que nos rodea tampoco ayuda mucho, cuando consideramos que en muchos contextos se valora más a las personas actuales por ser exitosas e independientes, sobre todo en el caso de la mujer, que por su rol de padres.
Es un gran reto para la mujer y el hombre decidir ser padres, es aceptar su vulnerabilidad y dependencia. Es reconocer que nuestra vida gira alrededor de otras vidas y no en torno de nuestra libertad. Nos demanda que confiemos en los demás, a ser responsables de otras personas muy frágiles. Es un acto de valentía y de incorporar el corazón y las emociones a una decisión racional.