En Vidafer, nuestra experiencia es muy favorable con el empleo de cabergolina, inclusive durante el embarazo o casos de macroprolactinomas.
La hiperprolactinemia es el más frecuente de los desórdenes endocrinos hipotálamo-hipofisarios. La prolactina es una hormona proteica secretada por las células lactotróficas de la hipófisis anterior, en un proceso regulado por la acción tónica de la dopamina, la que actúa sobre los receptores de superficie D2 para inhibir su síntesis y liberación. El exceso de prolactina circulante puede obedecer a causas diversas, algunas fisiológicas, otras farmacológicas, pero a menudo traduce la existencia de un micro o macroadenoma funcionante y en muchas ocasiones, se presentan manifestaciones clínicas como anovulación, galactorrea, hirsutismo, acné, alteraciones de los campos visuales y, en casos extremos, panhipopituitarismo.
El tratamiento de primera línea para los adenomas secretores de prolactina, al igual que para la hiperprolactinemia idiopática, es el farmacológico, con el empleo de agonistas dopaminérgicos como la bromoergocriptina y la cabergolina
La efectividad de estos medicamentos es tan óptima que es rara la necesidad de recurrir a procedimientos quirúrgicos, como la adenomectomia pituitaria transesfenoidal, aconsejándose restringirlos a pacientes con signos de ocupación de espacio, que no responden a los medicamentos, o que manifiesten intolerancia a los mismos.
En Vidafer, nuestra experiencia es muy favorable con el empleo de cabergolina, inclusive durante el embarazo o casos de macroprolactinomas.